Relativismo y objetivismo moral

1)Los sofistas fueron pensadores que vivieron en la antigua Grecia desde mediados del siglo V a comienzos del siglo IV antes de J.C. El conocimiento de las ideas de los sofistas procede principalmente de Platón y a él también se le debe, en mayor parte, el contenido peyorativo de ese nombre.

2)Protágoras fue un pensador viajero, celebrado y necesitado allí donde fuera. Vivió durante largas temporadas en Atenas, donde fue conocido de Sócrates y amigo de Pericles, quien le encargó la constitución para la nueva colonia de Turios, que redactó hacia 444 o 443 a.

3) Es la creencia que da igual valor, legitimidad, importancia y peso a todas las opiniones morales y éticas, con independencia de quién, cómo, cuándo y dónde se expresan. Se trata de una igualación absoluta de toda opinión ética o moral entre las que se cree que no existe jerarquía posible. Todas son verdaderas y dignas de igual respeto. 

La contradicción del relativismo moral debe ser ya aparente —comete un error, el de decir que es malo juzgar a las opiniones morales o éticas: es decir, al final emite un juicio moral jerárquico.
La contradicción consiste en decir que es reprobable decir que existen opiniones reprobables y que es bueno decir que no hay opiniones buenas.


4) Dicho de otro modo, que existen normas morales objetivas no se conoce por deducción, sino por intuición.
Para mostrar algo a alguien que no lo ve, es pre­ciso primero señalarle qué ha de ver distin­guiéndolo de aquello que se le parece, pero no es lo que se le enseña, y, después, ponerlo fren­te a lo que hay que ver. 

 El objetivismo moral no afirma que todo el mundo obedezca las normas morales (lo que es manifiestamente falso) ni tampoco que todo el mundo conozca y admita las normas morales, ni siquiera que todos aquellos que las conocen las obedezcan (lo que también es falso). De manera que la diversidad de con­ductas observadas por distintas culturas o la diversidad de valoraciones morales o el que haya personas que prediquen una cosa y hagan otra no son objeciones para el objeti­vismo moral.



5) argumentos a favor del relativismo:
En primer lugar, el hecho de que la gente no esté de acuerdo en algo no significa que no haya una verdad objetiva. Por ejemplo, si tú y yo diferimos sobre si la tierra es o no redonda, eso no prueba que la tierra no tenga forma. En el debate ético, el hecho de que un “cabeza rapada” (skinhead, un tipo de joven neo-nazi) y yo no estemos de acuerdo en si deberíamos tratar a las personas por igual y justamente no es prueba suficiente para decir que la igualdad y la justicia no tienen un valor objetivo. Aunque los individuos y las culturas no compartan todos los valores, no por ello concluiremos que, ante los valores correctos, no existe lo bueno ni lo malo. 

Argumentos en contra del relativismo:  Probablemente ninguna de las preguntas que parecen sencillas lo son y siempre subestimamos su complejidad. Un caso es el de las primeras preguntas del primer párrafo. Con certeza somos iguales unos a otros en un sentido básico, o que le pueda parecer demasiado básico a usted, Raus. Somos iguales en que hay cosas que nos agradan y cosas que nos desagradan, que buscamos las primeras y rechazamos las segundas. La cuestión que plantea el relativismo es que no necesariamente son las mismas para todos.

Argumentos a Favor del objetivismo mortal:
A menudo, los relativistas morales sociológicos defienden un principio de tolerancia según el cual los miembros de una cultura no tienen derecho a inmiscuirse en los usos y costumbres de otra cultura. No es raro oír en boca de un relativista moral quejas como: «¿con qué derecho un misio­nero cristiano se atreve a predicar la monogamia en una sociedad polígama?».

En esta forma de pensar se esconde una inco­herencia. El relativismo sostiene que «bueno» significa solo «aceptado por una sociedad» y, por consiguiente, no es admisible un uso no relati­vo de la palabra bueno. Pero, a continuación, propone una norma, «no es bueno inmiscuirse en las costumbres de otra sociedad», en la que se hace un uso no relativo del adjetivo «bueno». He aquí su incoherencia. El argumento ad homi­nem le invita a abandonar su relativismo o sus críticas a ciertas prácticas de evangelización o injerencia en asuntos de otros pueblos.

 Argumentos en contra del objetivismo moral:  En el objetivismo moral no se sostiene que haya clases de acciones que son siempre buenas (por ejemplo, decir la verdad) y cla­ses de acciones que son siempre malas (por ejemplo, matar a otro hombre). Esta postura se llama deontologismo. Todo deontologista es objetivista, pero no a la inversa. Un objetivista puede declarar que mentir en una determinada situación es injusto, mientras que mentir en otra situación distinta está per­mitido moralmente.



 

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